Hoy hablaremos sobre la originalidad y creatividad. Para poder crear una obra original debemos concebirla dentro de nosotros a través de un proceso creativo. Este proceso es único e individual, inherente a cada ser humano.
Comencemos por definir lo que es una obra original. Es aquella que resulta de la inventiva de su autor, que no se ha hecho nunca y que sirve de muestra para obras posteriores. Con esta definición podemos ver que en ocasiones llamamos original a algo que no lo es, simplemente por ser poco común.
La originalidad surge por razones variadas como lo son: cambios tecnológicos, por una necesidad social o simplemente por aburrimiento. Aunque existan infinidad de motivaciones que justifiquen la necesidad de crear una obra original. La originalidad no se busca, el hecho de buscar ser originales como una meta en sí ya es una piedra en ese camino. No vamos a ser originales por querer ser originales. Debemos tener la necesidad de expresar nuestro yo más profundo. Cuando lo creado, hasta el momento, no es suficiente para exponer nuestro interior vamos a necesitar un nuevo vehículo. Somos los únicos que conocemos lo que necesitamos. Por lo tanto, tendremos un proceso creativo original que nos dirigirá a crear una obra original.
La creatividad es un proceso
Este proceso creativo está influenciado por dos componentes; uno interno y el otro externo. En el caso del componente interno este viene condicionado por nuestras experiencias, vivencias y cultura, entre otras variables. Es dentro de nosotros que surge la idea, la concepción de algo que desvía nuestra atención y ocupa toda nuestra energía.
Una vez nace este concepto, la idea en nuestro interior, nos encontramos con el segundo componente; el exterior. Las herramientas y tecnología del momento inciden en este proceso. También influyen nuestra formación, educación, cursos, conferencias y trabajo que nos aportan el conocimiento y la forma de interpretar las situaciones que vivimos. Siempre intentando sacar lo que nos es de utilidad, de lo que no lo es. Después hay que ser autocrítico, desde un punto de vista objetivo. Revisar lo que hacemos, el cómo y el porqué. En infinidad de ocasiones no habrá respuesta, pero la simple pregunta siempre nos llevará un paso más allá en nuestra evolución. Hay momentos, en nuestro proceso como fotógrafos, que debemos evaluar si continuamos por el mismo camino que hemos comenzado con convicción. De igual forma, identificar si hemos entrado en un sendero de inercia y necesitamos movernos.
Reconocer y expresar la realidad, sin condicionamiento, es a lo que debemos aspirar. Ahora bien… ¿Cuál es la realidad? Antes de continuar contestando esta pregunta es fundamental tener alternativas creativas a lo establecido. Vamos a personalizar algo esa pregunta ¿Cómo interpretas la realidad? ¿Cómo representar la realidad? Cada uno debe contestar estas preguntas. Debemos estar claros que no existe “una” realidad, puesto que cada uno percibimos la realidad de formas diversas.
La originalidad y creatividad nos diferencia
Es importante admirar a otros fotógrafos, inclusive a nuestros maestros, pero eso no significa que nos convirtamos en sus clones. Cuando nos impresione el trabajo de otros fotógrafos debemos analizarlo y poder descubrir qué es lo que nos atrae. Esto será una enseñanza para nutrir nuestra “mirada”.
Ver las cosas a nuestro modo, nos ayuda a expresarnos de una forma diferente a lo establecido, no mejor ni peor, solo diferente. Si tenemos que crear una obra personal, debemos mirar al mundo desde nuestro punto de vista. Debemos estar claros que al realizar nuestra obra existe una diferencia entre nuestra intención, lo que logramos realizar y lo que el espectador interpreta. Con suerte, se puede dar algún punto de encuentro entre ellos, pero no siempre es así.
Nuestro objetivo debe ser expresar nuestra realidad. Una vez entendamos esto, nos podemos centrar en el desarrollo de la obra. Con nuestros componentes internos y externos, consciente o inconsciente, solo esperamos que en algún momento llegue la inspiración. Esta espera es una activa, donde continuamos trabajando y formándonos. Hasta que llegue ese momento en el que, no sé ni cómo ni porqué, se aclaran las ideas y acabamos realizando nuestra obra original.
No debemos buscar la originalidad, la encontraremos al omitirse, sin llegar a despreciar, ni a evitar lo ya realizado. Sencillamente, hemos de andar un camino con criterio propio que responda a nuestras necesidades creativas, sin menospreciar lo ya realizado.
Al final, aunque a todos nos guste el reconocimiento, es a nosotros a quien tiene que llenar nuestro trabajo. Hemos de ser felices con él. Solo entonces tendremos la posibilidad de sentir la satisfacción de haber creado una obra propia original, aunque solo sea localmente.
La creatividad es un camino solitario que nos ha de llenar de satisfacción de por sí.